Quien diría que una
actividad diaria o de frecuencia a voluntad de la persona, traería
inmensos beneficios. Nos referimos a la
competencia lectora y su relación con el desarrollo emocional de las personas.
Michèle Petit , una
destacada investigadora de la lectura, nos comenta acerca de la estrecha
relación entre la relevancia de la lectura y la inteligencia emocional. La
especialista afirma que si la lectura sigue teniendo sentido para numerosos
niños y adolescentes que leen con frenesí, de manera episódica, es porque la
consideran un medio privilegiado para elaborar su mundo interior y, en
consecuencia, de manera indisolublemente ligada, para establecer su relación
con el mundo exterior. Además, argumenta que esta actitud es, ante
todo, porque ella les permite descubrirse o construirse, darle forma a su
experiencia y elaborar sentido.
Pongamos este
ejemplo: una persona que ha fracasado en la lectura pone en funcionamiento
mecanismos psicológicos de rechazo o evitación ante la lectura porque tiene
escasas expectativas de logro. De allí podemos advertir un panorama sombrío en
tanto la autoestima, las habilidades sociales y el autoconcepto académico son significativos en el presente y claves en un futuro.
Por la experiencia, se
ha comprobado que desarrollar competencias lectoras en los niños es un gran
estímulo para su aprendizaje y éxito en su desempeño emocional; dado, que la
lectura activa las emociones, desarrolla procesos de empatía y de comprensión
de las emociones propias y ajenas.
¡Promocionemos la lectura!
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